Quinta, 05 de Dezembro de 2024
   
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Imposición de Manos

Nuestra iglesia, así como las iglesias cristianas en general, al investir a una persona en la función pastoral, observa el rito de la imposición de manos. Como veremos, este gesto es correcto, teniendo suficiente amparo en las Escrituras para que sea realizado. Sin embargo, ya que vivimos días en que todo es distorsionado y en que los falsos cristianos manchan hasta las prácticas más simples con la mácula de la superstición, es necesario explicar bien el sentido de la imposición de manos, conforme enseña la Biblia.

En el Nuevo Testamento, extender las manos sobre un candidato al pastoreo, al diaconado o al trabajo misionero era el acto que formalizaba la investidura del individuo en estas funciones, siendo notable la evidencia de que eran los líderes de la iglesia quienes participaban del gesto y nunca la congregación entera (Hch 6.5; 13.3; 1 Tm 4.14).

Antes de imponer las manos sobre alguien, sin embargo, era necesaria previa orientación divina, manifestada en la acción del Espíritu Santo sobre la iglesia. Esa manifestación podía venir por intermedio de profetas (como parece ser el caso de Hechos 13.1-2) o por la voluntad expresa de la congregación (Hch 6.3; 14.23, en donde el verbo traducido en la NVI como "designar", también significa "promover la elección"). Una vez confirmada la voluntad de Dios en el sentido de que el "candidato" realizase una tarea especial en pro del Reino, la iglesia reconocía este hecho demostrándolo por medio de una señal externa, es decir, la imposición de manos, realizada por sus líderes.

Así, al imponer las manos sobre alguien, los pastores están como que diciendo: "Como líderes del pueblo de Dios, nosotros, representando a esta iglesia, reconocemos que el Señor escogió a este hombre para su servicio santo, de modo que sobre él invocamos bendiciones especiales que lo capaciten en la realización del sagrado ministerio." Terminado este rito, el candidato entra oficialmente en las filas del santo servicio.

Pr. Marcos Granconato
Soli Deo gloria

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