La Mano de Thomas Cranmer
Como la reina María era católica, pronto empezó a perseguirlo, como lo hizo con muchos protestantes que existían en su reino. Por eso, Cranmer fue detenido y permaneció en la cárcel por casi tres años.
En ese tiempo, torturado por el miedo, la soledad, la miseria y la angustia, Cranmer firmó una declaración de retractación en la que decía renunciar a la fe bíblica y abrazar la doctrina papista. La reina se alegró mucho con esto, pero, como lo odiaba profundamente, aun así lo condenó a muerte.
En el día de su ejecución, Cranmer dirigió un sermón al pueblo. Dijo sobre su retractación: "Escribí aquello por miedo de la muerte y, si fuera posible, para salvar mi vida... Allí escribí muchas cosas falsas. Y por el hecho de que mi mano derecha pecó al escribir contra mi corazón, ella será la primera en alcanzar el fuego, la primera a ser quemada".
De hecho, poco después, cuando lo amarraron a una estaca y le arrojaron fuego, él extendió su mano, colocándola en medio de las llamas, y allí la sostuvo firmemente, diciendo: “¡Indigna mano derecha!”.
La historia de Cranmer es dramática, pero eso no debe impedir que notemos en ella algo muy común: el uso indigno que, muchas veces, los creyentes hacen de sus miembros. Por otro lado, esta historia también destaca algo raro: el verdadero arrepentimiento, que es severo consigo mismo y no mide esfuerzos para no caer otra vez.
¿Cuál de estos hechos de la experiencia cristiana está más presente en nuestra vida?
Pr. Marcos Granconato
Soli Deo gloria