Mayor que el Amor de Madre
Si preguntásemos a cualquier persona común sobre sus mayores afectos, sin duda las respuestas, en la mayorÃa de los casos, serÃa asÃ: "Las personas que más amo en el mundo son mis padres" o "las personas que más amo son mis hijos". Se esperan estas respuestas porque nuestros padres y nuestros hijos son objetos de afecto natural. Sólo individuos muy depravados están desprovistos de este tipo de amor (Rm 1.31).
A pesar del profundo cariño que tenemos por parientes tan cercanos, la Biblia nos enseñanza que nuestro amor por Cristo debe ser aún mayor. Esto plantea preguntas intrigantes: ¿Cómo podemos nutrir por Jesús sentimientos de afecto más intensos que los que nutrimos por nuestros padres o hijos? Después de todo, estas afecciones son involuntarias ¿no es as� ¿Cómo podemos controlar su medida y dirigirlos más para Cristo que para familiares tan cercanos?
La respuesta a estas indagaciones es una sola. Cuando Jesús enseñó que debemos amarlo más que a cualquier otra persona, él no estaba hablando de sentimientos de afecto. Por supuesto que debemos amar a Jesús también con nuestros sentimientos, pero no fue ese el punto que nuestro Señor quiso subrayar.
De hecho, en el texto de Mateo 10.37 lo que el Maestro enseña es que, en una situación de conflicto en la que tenemos que escoger entre agradar a Jesús y agradar a los padres o hijos, nuestra elección debe ser permanecer junto al Salvador, aunque perdamos la amistad de nuestros parientes (Mt 10.34-36). Eso es lo que significa amarlo más que a cualquier otra persona. Y si nuestro amor por él no se da de esta manera, no somos dignos de ser llamados sus discÃpulos. ¿Usted ama a Cristo más que a sus padres o hijos?
Marcos Granconato
Soli Deo gloria