¡Realmente Arrepentido!
Siendo también ardiente defensor de la disciplina eclesiástica, ya aparecieron frente a mí muchas personas obstinadas en el pecado diciendo que estaban arrepentidas, motivadas simplemente por el deseo de eludir la incomodidad de una exclusión.
Estos casos siempre me dejaron preocupado. ¿Qué hacer con ellos? Y más: ¿Cómo saber si realmente se arrepintieron? La respuesta a la segunda pregunta la descubrí leyendo una de las obras de Juan Calvino, en la que él explica el texto de 2 Corintios 7.10,11. En este texto Pablo enlista las marcas del verdadero arrepentimiento que sobrevino a los creyentes de Corinto.
Calvino explica cada elemento más o menos así:
● Cuidado: La persona arrepentida se torna diligente y atenta, preocupada en soltarse de los lazos del diablo.
● Defensa: Es la búsqueda de la protección por medio de la súplica que implora socorro y misericordia.
● Indignación: Es el sentimiento que el arrepentido tiene en relación a sí mismo, enojándose al reconocer su perversión.
● Temor: Es la inquietud sentida por el arrepentido al pensar en el castigo que merece de Dios por haber hecho lo que hizo.
● Anhelo: Es el deseo de obedecer, la sed de hacer nuevamente lo que agrada a Dios.
● Celo: Es el empeño ferviente en preservar de ahora en adelante la práctica de la justicia en su propia vida.
● Vindicta: Es lo mismo que venganza. El arrepentido tiene sentimientos de venganza contra sí mismo y el deseo de destruir los efectos del mal que practicó.
He aquí la descripción bíblica del verdadero arrepentido. Es sobre esa base que debemos medir nuestra reacción ante la maldad que practicamos y es también sobre esa base que debemos actuar en favor de la pureza en la iglesia.
Pr. Marcos Granconato
Soli Deo gloria