Quinta, 18 de Abril de 2024
   
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El Valor de los Días Malos

El año 2009 terminó. Para mí, en particular, fue un año difícil. Enfrenté problemas con hermanos en pecado obstinado, lidié con dificultades vinculadas a la reforma del predio, estuve bajo intensa presión académica, amargué casos graves de enfermedades en la familia, fui víctima de ataques feroces en el ministerio y sufrí decepciones muy grandes con personas con las que simpatizaba mucho.

Felizmente, el año terminó llevando consigo la mayoría de estos problemas y dejando muy poca nostalgia, además de la esperanza de que el 2010 sea menos tenso, con más días de alegría que noches mal dormidas.

Pase lo que pase, sin embargo, como creyentes debemos recordar que la felicidad completa y perfecta no reside aquí. Existe, es cierto, pero tiene su propia región y esa región es el país celestial. Sin embargo, los años difíciles son útiles para mantener los ojos de los cristianos fijos en esa suprema esperanza de redención futura.

Paulo mostró esa inclinación cuando escribió sobre la resurrección: Sabemos, que si fuera destruida la temporaria habitación terrestre en que vivimos, tenemos de Dios un edificio, una casa no construida por manos humanas, eterna en los cielos. Mientras tanto, gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial. (2Co 5.1-2).

Se ve, por tanto, que si el año 2009 fue difícil para algunos creyentes como yo, aun así su valor es incalculable, pues, como aprendimos en la Biblia, la llama de la esperanza es estimulada por el soplo da la aflicción.

Aun estando seguro de eso, sin embargo, mi deseo a todos los hermanos y amigos de la IBR es que tengan un mejor 2010, marcado por entusiasmo, crecimiento y muchas realizaciones.

Marcos Granconato

Soli Deo gloria

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