Quinta, 28 de Março de 2024
   
Tamanho do Texto

Pesquisar

Los domingos del 2009

Contrariamente a lo que muchos piensan, los cristianos no guardan ningún día de la semana. Algunos dicen que debemos guardar el domingo, pero esto no es verdad (Rm 14.5-10). En ninguna parte de la Biblia se enseña esto, predominando sobre todo, en el Nuevo Testamento, el alerta para que los cristianos se abstengan de la supersticiosa observancia de días (Gl 4.9-11; Col 2.16-17).

La costumbre que entre nosotros persiste desde hace mucho tiempo, sin embargo, es la de hacer nuestras reuniones los domingos, ya que Jesús resucitó en ese día y la mayoría de las personas están libres de sus actividades profesionales en el primer día de la semana.

Así, el domingo se convirtió para nosotros en el "día de ir a la Iglesia", lo que lo hace especial y lleno de alegría. De hecho, ese día reencontramos a nuestros hermanos y cantamos juntos, oramos juntos, servimos a Dios y aprendemos juntos. ¡Qué agradable es para nosotros el primer día de la semana!

A lo largo del 2009, tuvimos 52 domingos. Mirando hacia atrás surgen entonces las siguientes preguntas: ¿Realmente aprovechamos esos días para tener comunión mutua, adorar a Dios y servir a su Reino? ¿Cómo utilizamos nuestro tiempo en esos días libres que el Señor nos dio? ¿Los aprovechamos para estrechar nuestros lazos? ¿Estuvimos presentes en los cultos? ¿Nos dispusimos para suplir las necesidades de la Iglesia?

De hecho, el Cristianismo no enseña a guardar ningún día de la semana. Por otro lado, el cristianismo enseña que el descuido con las cosas de Dios, el desprecio y abandono de la adoración colectiva y la negligencia en la comunión con nuestros hermanos son pecados horribles, merecedores del castigo celestial (Ef 4.3; 5.18-20; Hb 10.25). ¿Será que los domingos del 2009 revelaron la existencia de estos pecados en nosotros?

Marcos Granconato

Soli Deo gloria

Este site é melhor visualizado em Mozilla Firefox, Google Chrome ou Opera.
© Copyright 2009, todos os direitos reservados.
Igreja Batista Redenção.