EscatologÃa: Un Tema Olvidado
El añorado Pr. Korps no era conocido solamente por sus visitas breves y simpáticas, sino también por las conferencias que presentaba y por los libros que escribÃa sobre escatologÃa. Recuerdo que cuando él iba a alguna iglesia para exponer sus estudios, el lugar quedaba lleno de gente, todos interesados en la doctrina de las últimas cosas.
Curiosamente, hoy en dÃa, ese antiguo interés en la enseñanza bÃblica sobre el futuro parece haberse enfriado. ¿Qué habrá pasado? Personalmente, creo que la actual falta de interés por la escatologÃa tiene al menos tres motivos.
En primer lugar, el desinterés por las doctrinas acerca del fin tiene razones relacionadas a las circunstancias de la época en que vivimos. A lo largo de la historia, es notable que algunas doctrinas recibieran mayor atención por parte de los teólogos y de la iglesia como un todo, debido a factores externos que estimularon el debate. En los siglos 4 y 5, por ejemplo, los temas favoritos eran la Trinidad y la CristologÃa. Ya en los tiempos de la Reforma Protestante, el diálogo teológico abarcaba la bibliologÃa, la eclesiologÃa y, aún más especialmente, la soteriologÃa. Estudiando esos perÃodos vemos que diversas circunstancias que rodeaban a la iglesia estimularon a los estudiosos para abordar estos temas, haciéndolos el centro de sus sermones y escritos.
Con la escatologÃa no fue diferente. En la época de la Guerra FrÃa (1945-1991), cuando tanto se hablaba sobre bombas atómicas, cuando todos vislumbraban el advenimiento de la III Guerra Mundial, con el fin del mundo en puertas, cuando libros evangélicos americanos decÃan que la URSS era el centro del poder del Anticristo, era natural que la escatologÃa despertara tanto el interés de los creyentes.
Ocurrió, sin embargo, que la Guerra FrÃa terminó y muchos libros americanos sobre la escatologÃa fueron a la basura. AsÃ, al parecer, la preocupación de las personas con el futuro inminente se desvaneció. Es evidente que un nuevo despertar se produjo en el cambio del milenio (lo que se esperaba), pero cuando las personas se dieron cuenta que los años 2000 no trajeron nada realmente dramático, la doctrina de las últimas cosas regresó a los estantes.
Si existen razones históricas para el desinterés de los evangélicos por la escatologÃa, es cierto que también hay razones kerigmáticas, es decir, motivos relacionados a la predicación hecha en nuestros dÃas. De hecho, en el pasado, los pastores realzaban en sus mensajes la realidad del cielo, la nueva Jerusalén, el maravilloso dÃa del encuentro con Cristo, cuando todo sufrimiento terminarÃa. Ahora bien, esto despertaba en los creyentes un gran interés en la realidad del más allá. Actualmente, sin embargo, las predicaciones heréticas sobre prosperidad material trasladaron la esperanza del creyente del futuro para el presente. En efecto, predicadores anuncian el fin del sufrimiento aquà y ahora, haciendo con que las personas depositen la esperanza en Cristo apenas en esta vida (1Cor 15.19), dejando a un lado el anhelo por el cielo y por la felicidad plena en un futuro sin fin (Col 3.1-4).
Finalmente, el medio evangélico muestra poco interés en la escatologÃa porque las personas ya no ven en ella su valor práctico. Los intentos estériles para descubrir el significado de los sÃmbolos del Apocalipsis o la identidad de la Bestia se revelaron ejercicios de especulación que dejaron muchas personas aburridas, al resaltar un enfoque escatológico sin ningún valor vivencial. Ahora bien, la Biblia está repleta de textos que muestran cuan importante es la doctrina de las últimas cosas para el dÃa a dÃa (Rom. 6.8,11; 13.11-14; 14.10; 1Cor 3.10-15; 4.5; 2Cor 5.10; 1Ts 4.13-18; 2P 3.10-14; 1Jn 3.2-3). Sin embargo, predicadores sensacionalistas dejaron de lado esta dimensión de la escatologÃa, quitándole relevancia práctica y desestimulando, de esta manera, su estudio.
Es necesario, pues, rescatar la importancia de la doctrina de las últimas cosas para nuestro tiempo, independientemente de las circunstancias históricas, haciendo frente a la predicación mundana actual y resaltando el aspecto práctico de la enseñanza sobre el fin. Los pastores de Dios, por lo tanto, deben volver a alimentar en el corazón de los creyentes la llama de la esperanza futura, destacando que el fundamento de nuestra conducta y la plenitud de nuestra salvación están más allá del horizonte que vislumbramos con nuestros pobres ojos mortales.
Pr. Marcos Granconato
Soli Deo gloria