Iluminación: Origen y Prueba de la Conversión
Sin embargo, la iluminación del EspÃritu Santo en la vida del creyente no se limita al momento de su conversión. Esta acción continúa, haciendo con que el cristiano entienda las cosas que fueron reveladas por Dios y llevándolo a aceptar estas mismas cosas (1Cor 2.12, 16). Asà que mientras el incrédulo no entiende las verdades traÃdas a la luz por el EspÃritu Santo y hasta las considera locura, rechazándolas con vigor (1Cor 2.14), el cristiano verdadero es capaz de ver su grandeza, curvándose con humildad delante de ellas, analizándolas y buscando con otros creyentes comprenderlas mejor (1Cor 2.13).
Es por eso que no es muy difÃcil distinguir la paja del trigo en una iglesia cristiana. De hecho, cada vez que alguien, ante las revelaciones dadas por el EspÃritu Santo en las Escrituras (2Pe 1.21), se muestra incapaz de entenderlas, las considera absurdas y, por último, las rechaza con indignación, es muy probable que esta persona no sea un creyente verdadero. Esto es asà porque la Palabra de Dios, habiéndose originado en la mente de un Ser absolutamente santo, no puede encontrar eco en los abismos oscuros del corazón humano sin que ese corazón sea primero transformado.
En vista de ello, pueden ser expuestas dos orientaciones. Primero: nunca quede asustado al percibir el abierto rechazo de los incrédulos ante las enseñanzas bÃblicas. De hecho, eso es todo lo que puede esperarse de ellos. Segundo: evalúese a sà mismo y vea cuál es su grado de aceptación de aquello que Dios reveló. Recuerde que si es selectivo con respecto a las enseñanzas del EspÃritu, tal vez sea mejor considerar si realmente ya nació de ese mismo EspÃritu.
Pr. Marcos GranconatoSoli Deo gloria