Sexta, 29 de Março de 2024
   
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La Iglesia o la Cárcel

La vasta experiencia de la iglesia cristiana demuestra que cuando los padres creyentes no educan a sus hijos, el mundo lo hace. Esa educación que el mundo siempre ofreció a niños, adolescentes y jóvenes ha sido siempre sucia. Pero incluso en ella, hasta hace poco, era posible encontrar una cierta moderación. De hecho, con el mundo, el joven aprendía a prostituirse, a drogarse, a mentir y a rebelarse. En todo esto, sin embargo, había cierta parte de temor y vergüenza, ya que muchos hacían todas estas cosas a escondidas.

Hoy en día, sin embargo, el panorama ha cambiado. Ahora, la educación que da el mundo desconoce cualquier límite de decencia. No existen más barreras que contengan los desatinos que niños, jóvenes y adolescentes aprenden por ahí afuera. Hoy, el joven adicto, mentiroso e inmoral puede considerarse ¡un buen tipo!

Esa educación tan eficaz del mundo ha entrado en todos los hogares brasileños. Basta mirar las instituciones destinadas a la recuperación de delincuentes juveniles. En estas instituciones no encontramos solamente niños de la calle. Gran parte de los reclusos son niños que tienen familia. A pesar de ello, son capaces de robar, zurrar ¡e incluso matar!

He aquí el fruto de la educación que da el mundo. Por tanto, los padres creyentes ¡deben estar alerta! Nunca la educación en los antiguos moldes cristianos fue tan necesaria. Nuestros niños necesitan aprender a temer a Dios, a conocer y amar su Palabra. Necesitan crecer en un hogar donde no se tolera la discordia, la mentira, la inmoralidad y la falta de respeto. Necesitan ser criados debajo de una disciplina unida a diálogo y orientación. Es necesario que percibamos que el mundo está estrechando los caminos intermediarios. Para los niños, en breve, habrá sólo dos opciones: la iglesia o la cárcel.

Pr. Marcos Granconato
Soli Deo gloria

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