Quinta, 18 de Abril de 2024
   
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El Hermano Obadías y la Lección de la Tuerquita

Puede parecer increíble, pero este evento sucedió con el hermano Obadías, una oveja mía que murió hace exactamente diez años. Él estaba instalando una caja para descarga de agua en uno de los inodoros de una casa cuando, al intentar enroscar una tuerca plástica en el tornillo, la piecita cayó al suelo. Naturalmente, el hermano Obadías se agachó para recogerla, llevándola en seguida a la punta del tornillo. La tuerca, sin embargo, una vez más cayó. Obadías se agachó nuevamente, otra vez agarró la tuerca, y otra vez intentó colocarla en el tornillo y ¡otra vez ella cayó!

 

Nuestro amigo comenzó a enojarse. ¿Qué estaba sucediendo, al final de cuentas? Impaciente, intentó nuevamente, una y otra vez. Y la tuerca, en todos los intentos caía en el piso. Obadías estaba sudando. Su camisa estaba toda mojada. ¡Él ya estaba agotado! Se sentó para retomar el aliento y, pensativo, resolvió que debería pedir ayuda a Dios. “Señor, ayúdame a colocar esta tuerca en el tornillo. En el nombre de Jesús, amén”. Esa fue su oración. Al terminarla, se levantó, tomó la tuerquita en las manos, la llevó a la punta del tornillo y ¡la enroscó hasta el final!

 

Fue en ese día que el hermano Obadías percibió cuán verdadera es la lección que dice que sin la ayuda del Señor nada podemos. Él aprendió en la práctica que incluso las cosas más simples de la vida, incluso los trabajos más simples hechos casi instintivamente por nosotros, sin la ayuda de Dios, son imposibles de realizarse.

 

¡Qué duro golpe eso da en nuestro orgullo! Y también ¡qué grande estímulo para nuestra dependencia y gratitud! Si aprendemos la lección de la tuerquita, ciertamente creceremos en humildad, dependencia y alabanza.

 

Pr. Marcos Granconato
Soli Deo gloria

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