Quinta, 28 de Março de 2024
   
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¿Qué Traes para Mí?

En los tiempos bíblicos, si alguien hablase de Pascua para los niños de Israel, ellos no pensarían en un conejito. El animal que les vendría a la mente sería otro. Sería un corderito. Ellos tampoco pensarían en huevos de chocolate. Antes, pensarían en la sangre del tal corderito siendo derramada en un altar.

 

Al contrario, sin embargo, de lo que podamos imaginar, la Pascua, para aquellos niños, no era vista como algo feo, cruel, triste o terrible. En la visión que les era transmitida por sus padres, la Pascua tenía un significado muy feliz. Señalaba el día en que, gracias al sacrificio de un cordero, los primogénitos de Israel se salvaron de la muerte por el ángel del Señor. Señalaba también el día en que la nación israelí fue liberta del yugo egipcio.

 

Como cristianos, tenemos el deber de rescatar el verdadero significado de la Pascua. Aún más que, para nosotros, además de señalar el sacrificio de Cristo, nuestro Cordero Pascual (1Cor 5.7), y el día en que nuestra Redención se consumó, también señala la resurrección de nuestro Salvador.

 

Está claro que podemos continuar comprando huevitos de chocolate (son tan deliciosos, ¿no es cierto?). Pero no es del recuerdo de conejos que podemos esperar recibir edificación. Es, de hecho, un cordero que tenemos que recordar. Nuestros niños deben cantar: “¿Corderito de Pascua que traes para mí?” Y la respuesta a esto debe venir deprisa: él trae el recuerdo del sacrificio y la resurrección del Verdadero Cordero; sacrificio que hizo para nuestra Redención y tornó dulce nuestro futuro. Dulce como un, dos, tres huevos de pascua y así...

 

Pr. Marcos Granconato
Soli Deo gloria

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