La Angustia del Cristiano y el 'Salmo 4'
Aparte de la tristeza de ver ladrones hacer comercio de las personas mientras dicen ser siervos de Dios, cumpliendo, así, lo que fue predicho por Pedro (2P 2.1-3), las tareas diarias que se acumulan unas sobre otras y la falta de resultado de diversas inversiones también me han cansado y angustiado. Son cosas que acaban con el sueño.
En esos momentos, recuerdo el Salmo 4. En él, David se dirige al Señor llamándolo "Dios, justicia mía" y le dice: "Cuando estaba en angustia, tú me diste alivio. Ten misericordia de mí y oye mi oración" (v. 1). Sabiendo que el contexto del salmo muestra a David en un momento de tristeza, preocupación y angustia, hay tres verdades en este texto que siempre me animan.
La primera es que el Señor trata a sus siervos de manera especial (v. 3). El texto dice que Dios "distingue a aquél que es piadoso" (ARA) o que él lo "escogió" (NVI). La palabra hebrea palah (פָּלָה), en la forma en que está, significa "separar" o "tratar con preferencia". De este modo, aunque el mundo sea incluso inhóspito para los cristianos, el Señor nos trata de la manera característica en que los padres tratan a sus hijos.
La segunda es que el Señor es el objetivo de nuestra confianza (vv. 4-6). En estos versículos, David dice que el siervo de Dios no debe obrar mal cuando recibe el mal; antes bien, debe refrenar sus impulsos debido a la alabanza que entrega a su Dios. Ante una instrucción tan contraria a los impulsos humanos, él imagina a alguien lamentándose y preguntando quién podría entonces establecer la justicia que fue echada a perder. La respuesta viene en forma de una oración en la que el rey clama: "Señor, alza sobre nosotros la luz de tu rostro". Es un pedido munido de esperanza en la fidelidad, en el poder y en la capacidad de Dios de, un día, sacar a luz la justicia que ahora nos parece muerta.
La tercera verdad es que el Señor da la verdadera alegría (v. 7). David relata aquí, su propia relación con Dios y su experiencia personal, recordando que él es alguien que pasó por innumerables tristezas e injusticias. Él compara la alegría que el Señor le dio a la alegría de los hombres cuando el Señor “les abundaba su grano y su mosto”. Una traducción literal sería: "Me diste más alegría que cuando el grano y el vino de ellos se multiplica". En resumen, la alegría generada por la prosperidad financiera no era superior a la que Dios producía en David al relacionarse con él.
El resultado de la contemplación de estas verdades por el salmista producía en él lo mismo que produce en mí: paz y seguridad. Esto es revelado en el v. 8, cuando David dice: "En paz me acostaré y asimismo dormiré, porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado." El insomnio del rey – y mi insomnio – se curan al recordar el trato que recibimos de nuestro Padre celestial y la relación que nutrimos con él a través de nuestro Señor Jesucristo.
Que tales verdades alienten y produzcan esperanza en cada uno de nosotros, siervos de Dios y que, en nuestras horas de meditación nocturna... zzzzzzzzzzzz ...
Pr. Thomas Tronco