Terça, 16 de Abril de 2024
   
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Agua Branca y la Mesa Blanca

En el barrio de Agua Branca, en São Paulo, hay una iglesia evangélica cuyo pastor es difícil de ser definido en su teología. Algunos dicen que él es liberal; otros dicen que es adepto de la teología del proceso; otros dicen todavía que es un expositor del teísmo abierto. Personalmente, sospecho que él sea todo eso: una especie de ornitorrinco teológico -el tipo de pastor que enseña cualquier cosa que parezca moderno o poco  ortodoxo, dejando a la mayoría de las personas contentas, ante un predicador que tiene la "mente abierta", muy diferente de los "cabezas duras", que defienden el cristianismo histórico.

Hasta aquí, nada nuevo. El medio evangélico está lleno de estos nuevos pastores de perfil intelectualista, considerados representantes de la vanguardia del pensamiento cristiano y vistos por el pueblo ignorante como filósofos profundos muy adelantados a su tiempo. Pocos creyentes están preparados para darse cuenta de que, en verdad, las ideas de esos teólogos posmodernos carecen no sólo de profundidad, sino también de fundamento bíblico sólido, llegando a ser heréticas. De hecho, lejos de ser innovadores en sus concepciones, tales pastores son apenas proponentes actuales de herejías muy antiguas. ¿Sabían que el ornitorrinco tiene veneno?

Aun siendo solamente uno más entre los tales teólogos sofisticados de hoy en día, el pastor al que me refiero llama la atención por colocaciones cada vez más osadas y distantes de los presupuestos básicos del cristianismo. Por ejemplo: él ironiza cualquier noción sobre los juicios de Dios, cuestiona la ética cristiana clásica basada en la Biblia y presenta a sus oyentes un nuevo dios, muy diferente del Dios de Abraham, de Moisés y de Pablo.

Recientemente, sin embargo, el pastor del barrio de Agua Branca se superó, al hacer comentarios que arrancaron efusivos aplausos ¡de los espiritistas! Sí, de la gente famosa de la "Mesa Blanca". De hecho, en un artículo que escribió, su visión se mostró tan distante de la Sana Doctrina que un sitio web kardecista publicó el texto con plena aprobación y llamó a su autor de ¡“pastor con ‘P’ mayúscula"!

¿Por qué este elogio provenía de gente que está tan distante del Evangelio? Pues bien, lo que ocurrió fue lo siguiente: tal como fue informado en los periódicos, los jugadores evangélicos del equipo de Santos se recusaron a entrar en una entidad espiritista de apoyo a niños con parálisis cerebral para distribuir huevos de Pascua. Evidentemente, todos los incrédulos masacraron a los jugadores. Nada sorprendente... Lo que conmocionó a muchos creyentes, sin embargo, fue la manifestación del pastor de Agua Branca que, uniéndose a los enemigos de la fe, escribió el artículo arriba aludido, condenando la actitud de los jugadores.

Entienda bien el problema: claro que ningún creyente debe oponerse al bello trabajo de ayudar a las personas con discapacidad. Además, ninguna otra religión tiene una historia tan rica en acciones en favor de los que sufren como el Cristianismo. Sin embargo, lo que los cristianos deben saber es que no es correcto realizar obras sociales de la mano con los exponentes de la mentira (2Jn 9-11). También es erróneo practicar la solidaridad haciendo eso para promocionar el nombre de una institución herética, cuyos miembros practican buenas obras no para la gloria de Dios, ni por haber nacido de nuevo, sino con miras a una mejor reencarnación (2Cor 6.14-17). Por cierto, es bueno recordar que "buenas acciones" así motivadas no valen nada, pues, para Dios, sólo cuenta la piedad procedente de la verdad (Ef 4.24). Por eso, los creyentes no deben asociarse a los espiritistas, ¡ni siquiera para distribuir huevos de Pascua! El maestro de Agua Branca, sin embargo, no tuvo nada de esto en cuenta y criticó enérgicamente a los atletas creyentes, arañando la imagen de ellos. ¡El veneno del ornitorrinco está en las uñas!

Condenar la actitud de los atletas, no obstante, no fue nada comparado con los conceptos de espiritualidad que el pastor de Agua Branca expuso en aquel mismo artículo. Lejos de armonizarse con Pablo, para quien la base de la espiritualidad es la habitación del Espíritu Santo en el hombre que cree en Cristo (1Cor 2.12-16), el maestro de Agua Branca, enalteció las creencias en general, señalando como válida la espiritualidad supuestamente presente en todas las religiones, sin ninguna excepción. Según él “la espiritualidad está fundamentada en los contenidos universales de todas y cada una de las tradiciones de fe”, o sea, para ese pastor, la legitimidad exclusiva de la espiritualidad cristiana (cf. en Hch 4.12; Ef 4.4-5) ¡es una triste falacia!

Como si no bastase ese chocante desvío, el pastor, en la secuencia de su argumentación, condenó la discusión de temas como el cielo y el infierno, la autoridad exclusiva de las Escrituras, la homosexualidad, la reencarnación, el evolucionismo y otros asuntos tan importantes para la formación de una mentalidad verdaderamente cristiana. Sugirió que la discusión de estos temas es práctica sin ninguna relevancia, cuyo resultado sólo es crear división entre las personas. Por lo tanto, según su concepción, el deber pastoral y cristiano de corregir el error, amonestar en la verdad y condenar la mentira (2Cor 10.4-5; 2Tm 4.1-5) no debe ponerse en práctica, porque genera barreras y ataques personales, lo cual es malo para toda la sociedad (¿Será que el pastor olvidó lo que dijo Jesús en Lucas 12.51-53?).

Después, para cerrar con llave de oro, el tal pastor concluyó su texto defendiendo la aproximación de todos los credos. Sí, budistas, musulmanes, cristianos, hinduistas, en fin, todos los devotos de todas las tradiciones de fe, según el entender de nuestro amigo, deben darse las manos y juntos luchar contra el sufrimiento humano "que a todos nos humilla e iguala".

¡Fue lo máximo! La gente de la Mesa Blanca estalló de alegría (hizo recordar 1Jn 4.5). Finalmente, los espiritistas encontraron un pastor que, como ellos, ataca la "visión radical y exclusivista" de los creyentes y reconoce la validez del kardecismo. Más que eso: encontraron alguien que se une a ellos en la afirmación de que todas las creencias son buenas, ya que sirven para desarrollar ¡la espiritualidad de los hombres!

Para nosotros, sin embargo, creyentes verdaderos, quedó la tristeza de ver una vez más el agua blanca, cristalina en la verdad de la doctrina bíblica, volverse turbia en la boca de supuestos pastores cristianos, mientras que los proponentes de antiguas doctrinas del diablo añaden una silla más alrededor de su mesa blanca, con el fin de brindar por la llegada de un nuevo amigo. Ah, el mayor predador del ornitorrinco ¡es la serpiente!

Pastor Marcos Granconato
Soli Deo gloria

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